Fue impactante. Mucho material en las noticias. Los youtubers de cajón se devanaron los sesos buscando explicaciones, nuevos ángulos, relaciones. Buscaron en Internet. Los más flojos usaron como introducción una copia de Wikipedia. Los más serios consultaron fuentes profesionales, hicieron proyecciones con el comportamiento pasado de Putin para tratar de predecir el futuro. Pero a un año y medio de que inició la guerra, ya no hay tantos videos como al principio. Claro, el mundo sigue su curso y sigue girando. Muchos otros actores siguen cambiando su entorno y en este lado del mundo hay otras prioriades. En vista de las vistas, los informadores priorizan las notas, los temas y se decantan por las elecciones, por las minucias políticas o incluso por los efectos de un programa de «famosos» o la apatía de la afición con la selección.

¿Cómo abordan este tipo de temas los periodistas? ¿En verdad les deja de importar? ¿Siguen el tema aunque no tengan el material suficiente para crear un video atractivo? ¿Es una lista en una hoja de cálculo? Claro, son informadores y así hay que verlos. Muy pocos se vuelven activistas o se comprometen con una causa. Y precisamente esa es la duda.

Al principio de la guerra, pensé que Rusia tenía razón en tratar de proteger su territorio alejando lo más que pudiera los límites de la OTAN. Muy básico, muy desinformado, pero era una lógica razonable, sustentada en las opiniones de Putin.

Cuando Ucrania abrió la posiblidad a un acuerdo para detener el avance ruso a cambio de no ingresar a la OTAN, y Putin la rechazó, entendí que los motivos de Rusia no tenían nada que ver con los límites de la OTAN. Esta conclusión se refuerza cuando Finlandia y Suecia solicitaron su ingreso a la organización europea, sin sufrir un ataque o invasión.

Otra vez simplificando, otra vez sin datos. Solo con una lógica precaria que me convenció de mi error inicial.